Uno de los mayores impactos sociales que produjo la colonización de nuestra América, fue la aculturación a los pueblos originarios, que terminó desplazando a sus dioses y rituales religiosos, a su vez impuso las lenguas, costumbres, tradiciones y fiestas religiosas, entre ellas la navidad de los españoles, portugueses y anglosajones. Para este objetivo la religión fue una herramienta de gran apoyo para los colonizadores.
Navidad significa “nacimiento de Jesucristo”, hecho que está contemplado en la Biblia y que el catolicismo europeo celebraba con gran dedicación, devoción y religiosidad, pero también con mucho condimento pagano. Con la conquista, todo esto fue trasladado a América, y su población “mestiza” dio seguimiento la tradición navideña.
Con el transcurso del tiempo, el contenido y el sentido de la navidad fue cambiando. Los momentos de devoción y reflexión que guardaban las familias en la natividad de Jesús, fueron añadidos elementos nuevos como: la comida y las golosinas para compartir con amigos y vecinos, así la navidad fue transformándose en algarabía pagana.
En los siglos posteriores, la cultura de los anglosajones de Norte América agregó al firmamento de la navidad con árboles de pino, luces de colores, muñecos de nieve y crearon un personaje divino y bonachón, llamado “papa noel”, quien navegaba los cielos del mundo en un carruaje llevado por alces. Con el propósito de repartir regalos a los niños que se portaban bien, y así supuestamente daba felicidad a la gente.
Con estas historietas aculturizante, las empresas transnacionales del mundo fueron posesionando la idea de una navidad mercantilista y consumista, borrando de los corazones y mentes de la humanidad, la convicción y devoción que antes se tuvo por el nacimiento del hijo de Dios.
Hoy nadie valora el nacimiento de nuestro Salvador. La humanidad ha caído en los tentáculos del consumismo que propone el sistema de la economía mundial, conocido como “neoliberal”. Para lo cual nos han hecho creer que en la navidad hay que regalar cosas materiales para hacer feliz a otra persona, nos han convencido que debemos ser solidarios para tener una conciencia tranquila y limpia. No conforme con esto, nos han metido en la cabeza la famosa “noche buena” que les permite reunirse a familias y amigos para degustar comidas pomposas y saciar sus estómagos, mientras que otros se mueren de hambre.
Ni a los curas se les escucha en las iglesias exhortar de esta degeneración de la navidad. Señores y señoras, la navidad no es día de compras ni de comelonas. Tampoco de intercambio de regalos y borracheras. La navidad es un día que tienes para ponerte en contacto con Dios y rogarle a que te ayude a reformular tu inconciencia, reparar los errores, dar gratitud por la buena salud, por los triunfos y logros alcanzados y rogarle a que te permita prolongar tu existencia en este mundo. En la navidad 2023 sin ser creyente o ateo, pocas personas oraron y buscaron a Dios, en vez de regalos materiales. Consumieron sus palabras divinas, en vez de pavos y alcohol. Ahora que estamos en el año nuevo, si deseas inclinarte ante el Creador ¡hazlo!.